¿CUÁL HA SIDO LA EVOLUCIÓN DEL CONCEPTO DE DISCAPACIDAD?
Históricamente, el modelo de atención de la discapacidad que predominaba era el modelo médico-rehabilitador, que venía a determinar que una persona con discapacidad necesitaba ser “rehabilitada” o “recuperada”. Los esfuerzos iban encaminados a “cambiar” a la persona con discapacidad, con la intención de eliminar o curar la discapacidad.
Desde hace un tiempo, el modelo extendido para la atención de la discapacidad es el modelo social, que pone la mirada en el entorno del niño/a o persona con discapacidad y no en la discapacidad concreta. Y concretamente se habla del Modelo de Atención Centrado en la Persona, el cual percibe a la persona con discapacidad como un miembro de pleno derecho, con obligaciones pero también con los mismos derechos que el resto de la población. Se defiende la idea de que la persona con discapacidad debe tener una participación activa en la comunidad. En este caso, las acciones van enfocadas a suprimir las barreras físicas, sociales, económicas y culturales.
Es a través de esta nueva perspectiva que se ponen en valor principios tan importantes como:
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La autonomía: es muy importante que las madres y los padres tengáis en cuenta este factor. Trabajar la autonomía de vuestros hijos e hijas es potenciar su capacidad de controlar, afrontar y tomar, por iniciativa propia, decisiones personales y llevar a cabo las actividades básicas de la vida diaria según sus preferencias. Este proceso es gradual, constante y requiere un aprendizaje. Tendréis que rebajar la sobreprotección, resaltar las capacidades y aceptar las limitaciones de vuestros hijos e hijas. La autonomía se traduce en el empoderamiento, que no es nada más que conseguir un equilibrio entre la protección necesaria y la autonomía de actuar según sus propias decisiones, preferencias y opciones personales. De alguna forma, es cambiar la mirada del “hacer” por el “ayudar a hacer”.
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Vida independiente: si fomentáis la autonomía en vuestros hijos e hijas ya desde bien pequeños, la transición hacia una vida independiente será más fácil, ya que habrán adquirido las herramientas necesarias para tomar sus propias decisiones y asumir la responsabilidad de su propia vida.
Cuando se tienen en consideración estas dimensiones se garantiza la igualdad de oportunidades y el derecho a decidir.