Las desigualdades en los usos del tiempo: una barrera añadida para las mujeres con discapacidad

Las desigualdades en los usos del tiempo son una realidad que afecta especialmente las mujeres, y todavía más las mujeres con discapacidad física y/u orgánica. En ECOM trabajamos para visibilizar estas situaciones y reivindicar políticas que garanticen una distribución más equitativa del tiempo y de los recursos.

El pasado 19 de marzo, con motivo del 8M Día Internacional de la Mujer, organizamos el webinar “El tiempo no es neutral: mujer, discapacidad e interseccionalidad”, con el objetivo de visibilizar cómo los usos del tiempo están condicionados por las desigualdades de género y otros ejes de discriminación, como la discapacidad, el origen o la situación socioeconómica.

Contamos con la ponencia de Ariadna Güell Sans, subdirectora de la Time Uso Initiative (TUI) desde el 2019, que es la iniciativa global que (con sede en Barcelona y de alcance operativo en todo el mundo) promueve las políticas del tiempo y el derecho al tiempo. Y la participación de tres mujeres diversas, feministas y activistas: Montse García, Marta Rodríguez y Rosa Conca. El acto fue presentado por Carme Garrido, referente de género e igualdad de la Junta Directiva de ECOM, y moderado por Nuria Coma, técnica de ECOM.

Podéis visionar la grabación del webinar en este enlace. 

 

La sobrecarga de tareas y la carencia de tiempo personal

 

Los datos muestran que las mujeres dedican más tiempo que los hombres a las tareas domésticas y de cura, hecho que limita su participación en el mercado laboral, la formación o el ocio. Y tal como se comentó en el webinar, en el caso de las mujeres con discapacidad, esta desigualdad se ve agraviada por varias razones. destacamos algunas:

Mayores barreras de accesibilidad en la movilidad y los espacios públicos, que alargan los desplazamientos y reducen el tiempo disponible para otras actividades. A menudo la carencia de accesibilidad en las rutas más directas obliga las mujeres con discapacidad a hacer trayectos más largos donde invierten más tiempo. Además que tienen que planificar los desplazamientos con antelación para asegurarse que encontrarán opciones accesibles. O también sufren esperas más largas en el transporte público puesto que no todos los autobuses o trenes son accesibles, y esto las puede obligar a dejar pasar varias unidades hasta encontrar una de adaptada. O tienen mayores dificultades para la intermodalidad, es decir, si tienen que cambiar de medio de transporte (por ejemplo, de autobús a tren) a menudo implica más tiempo y esfuerzos por las barreras de accesibilidad. También ante la carencia de opciones accesibles en el transporte público, a veces tienen que optar por taxis adaptados u otras alternativas más caras. O depender de transporte adaptado, que tiene horarios restringidos.

Dependencia de apoyos externos, que a menudo están condicionados a horarios y disponibilidades que no siempre se ajustan a las necesidades individuales. Esto quiere decir, por ejemplo, que tienen que adaptar su jornada laboral y actividades diarias a los horarios de asistencia personal, si disponen de ella, a menudo con poca flexibilidad. O que retrasos o ausencias de los servicios de apoyo pueden condicionar su llegada al trabajo, las reuniones u otros compromisos. Así mismo, también necesitan hacer una inversión de tiempo significativa en la gestión y coordinación de la asistencia personal u otros servicios de apoyo (trámites administrativos, cambios de horario, incidencias...). E inversión de tiempo en trámites administrativos y burocráticos para gestionar los apoyos. Hay que destacar también que las mujeres con discapacidad tienen una mayor dificultad para gestionar el tiempo entre el trabajo, la salud y la vida personal, puesto que los apoyos suelen estar pensados para cubrir las necesidades básicas y no para garantizar una plena autonomía en la organización del tiempo.

• Dificultades en el acceso a la ocupación o en el desarrollo de un trabajo, derivadas de la doble discriminación por género y discapacidad. Las mujeres con discapacidad tienen más dificultad de acceso a un trabajo, así como mayor dificultad para acceder a trabajos con horarios flexibles o jornadas reducidas que permitan compatibilizar el trabajo con las necesidades de salud y curas; y más probabilidad de aceptar trabajos parciales o precarias para poder gestionar el tiempo de rehabilitación o atención médica, cosa que supone entonces una desigualdad salarial y precariedad laboral. Hay que remarcar también que además de hacer frente a las propias necesidades de salud y cuidados, muchas asumen también responsabilidades de cuidados familiares (hijos, personas mayores o con dependencia), es decir, que tienen una doble carga de cuidados. En el ámbito laboral repercuten también el tiempo de desplazamiento al trabajo y la accesibilidad del transporte, que, como hemos comentado previamente, tienen también su repercusión en el uso del tiempo. Destacar también que pocas empresas implementan medidas de accesibilidad (apoyos y adaptaciones) para optimizar la gestión del tiempo de las trabajadoras con discapacidad ni medidas para facilitarles la sobrecarga por trámites y gestiones médicas y hacerlas compatibles con el trabajo, sin ninguna penalización.

Sobrecarga y desigualdad de acceso y más dificultados para compatibilizar su salud con la vida laboral y personal. A menudo las mujeres con discapacidad necesitan más visitas médicas y controles periódicos, hecho que incrementa el tiempo destinado a la atención sanitaria (en este tiempo hay que sumar también la inversión mayor de tiempo en los desplazamientos a los centros sanitarios y en las trámites y gestiones administrativas; y también en las vistas médicas que a menudo pueden ser más largas por la carencia de adaptaciones de las consultas médicas, que dificultan la atención o que pueden obligar a tener que buscar alternativas; y el largo tiempo de espera para pruebas y especialistas). Así mismo, las mujeres con discapacidad pueden requerir tiempo extra para el autocuidado y la gestión del dolor (más tiempo dedicado a tratamientos –rehabilitación, fisioterapia...-) así como tiempo para apoyo psicológico, puesto que a menudo pueden requerir este apoyo puesto que la sobrecarga de gestión del tiempo entre la salud, el trabajo y la vida persona, les genera mayor riesgo de estrés y agotamiento.

 

La necesidad de una perspectiva de género y discapacidad en las políticas de tiempos

 

Para minimizar estas desigualdades que afectan a las mujeres con discapacidad, es fundamental incorporar una mirada interseccional en las políticas públicas y en las estrategias de organización del tiempo.

Algunas medidas clave que podrían ayudar a avanzar hacia una distribución más justa del tiempo serían:

• La promoción de la asistencia personal y otros servicios de apoyo adecuados y flexibles para la vida independiente.

• La mejora de la accesibilidad y la movilidad en el transporte y los espacios públicos.

Políticas de corresponsabilidad para reducir la carga de cuidados que recae sobre las mujeres.

Programas de ocupación que garanticen la conciliación y la inclusión laboral de las mujeres con discapacidad.

Medidas para garantizar la equidad en el acceso a la salud y la reducción de los tiempos de espera.

ECOM seguimos trabajando para concienciar y visibilizar las necesidades y dificultades específicas de las mujeres con discapacidad para contribuir a impulsar políticas que reconozcan y combatan estas desigualdades. Sólo con un compromiso colectivo conseguiremos un reparto más equitativo del tiempo y una sociedad más justa para todo el mundo.